Desde el nacimiento de la Artillería española en el siglo XV, los Reyes Católicos, conscientes de su importancia, procuraron reservarse en exclusividad su fabricación, conservación y empleo, funciones, que, hasta entonces, eran de dominio particular.
La fabricación y conservación afectó a los tres elementos esenciales que forman parte de ella: la boca de fuego, la pelota y la pólvora. Los dos primeros se desarrollarían por los artilleros a través de técnicas y ciencias siderúrgica y metalúrgica y el tercero mediante experiencias y por la nueva ciencia química. Los artilleros, encargados también del empleo del arma, aplicaron las ciencias matemáticas para resolver el problema del tiro.